domingo, 14 de noviembre de 2010

lunes, 26 de abril de 2010

Ruido de animales salvajes

Por ahora.... La selva y otras "yerbas". Más adelante Península de Yucatan. Obviamente que la natura llama a la desconexión tecnológica, por ende por ahora no pictures.. sólo monos, selva y demases maravillas naturales de este inmenso y magnifico mundo.

miércoles, 7 de abril de 2010

Bonus Track


Xilitla


Puerto Escondido


Ciudad de México


Ciudad de México


Tula


Zacatecas


Puerto Ángel


Mazunte


Ciudad de México


Ciudad de México

Gente trabajando

Estos 40 días que pasamos en la Ciudad de México nos sirvieron para dejar de ser turistas. Cuando el día a día se vive a través de acciones cotidianas uno pasa a ser realmente parte de ese lugar. Así es como la Ciudad de México, especialmente la colonia de Coyoacán, se volvió nuestro lugar.

El objetivo de esta vuelta al DF era sumar dinero para arrancar a lo que nos quedaba por conocer dentro de nuestros planes. La intención era trabajar en "lo nuestro" (el medio audiovisual), lo que fue cumplido a medias. Algunos proyectos en edición fueron apareciendo pero con eso no alcanzaba. Las ganas de poder cumplir nuestro deseo nos dieron el coraje para buscar otras opciones. "¿Por qué no hacer alfajores, si acá no hay y son tan ricos?". Empezamos probando distintas formas de prepararlos, de maizena y de chocolate, hasta que cocinamos una primera tanda para probar la respuesta de la gente. El éxito no tardó en llegar, alfajores caseros argentinos por el zócalo de Coyoacán y en las islas de la UNAM. La gente reaccionó de buena manera y vimos ahí la llave que podía servirnos para realizar lo que planeábamos. Perdimos la cuenta de cuántos alfajores hicimos hasta el día de hoy, tal vez 300....tal vez más....

Entre tantos alfajores nos hicimos tiempo para visitar el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, donde Ale, nuestra amiga de la casa, es guía; y paseamos también por el Museo de Arte Popular. Los fines de semana aprovechábamos para salir con Luigi o Ale a tomar unas chelas en casa de algún amigo. Tuvimos la suerte de poder ir al concierto de Caetano Veloso en el Auditorio Nacional: un concierto hermoso en un lugar increíble arquitectónica y acústica mente.

Entrado Abril nos decidimos a continuar nuestra experiencia viajando. Nos vamos a sumergir en la parte más gruesa del viaje. Creemos estar unos dos meses recorriendo el Estado de Chiapas y de Yucatán aquí en México, a su vez visitar Guatemala y, si se nos da la posibilidad, llegar a Cuba.

On the road.....



again.








viernes, 26 de febrero de 2010

Atardece en Zicatela

Sabíamos a donde ir gracias a Marto (¡¡gracias Marto!!). Las cabañas "Buena Onda" de los franceses Pierre y Olivier en la punta Zicatela (la primera de las playas de Puerto Escondido) hacen más que honor a su nombre. Una serie de cabañas en la arena y palapas con hamacas en la orilla, eran el lugar indicado que estabamos buscando. Pudimos poner nuestra carpa sobre la arena tal como queríamos. Pudiendo escuchar por las noches el fuerte sonido de las grandes olas rompiendo.

La playa de Zicatela es enoooorme, el mar es especial para surfistas por lo que, si nos queríamos meter, debíamos enfrentarnos a las grandes olas (¡claro que lo hicimos!). El ambiente del "Buena Onda", repleto de gente de todas partes del mundo (italianos, noruegas, canadienses, suecas, españoles, mexicanos, argentinos y un chico checo), el paisaje hipnótico del mar y sus in-cre-í-bles atardeceres, no nos dejaron ir rápidamente de allí. Perdimos un poco la noción del tiempo allí, pero creemos haber estado unos 6 días. En Punta Zicatela sí que estuvimos días enteros sin hacer nada más que estar tirados en la arena y conversando con la gente, quienes estaban en las mismas condiciones que nosotros. Pegamos especial buena onda con un grupo de un argentino, dos italianos y una mexicana. Con ellos compartíamos las comidas y la mayor parte del tiempo. Aprendimos mucho de la cultura italiana y nos divertimos a carcajadas con las diferencias entre los idiomas y los parecidos entre los argentinos y los italianos. Solamente un día nos fuimos a las playas del centro: Angelito y Carrizalillo. La primera era una pequeña costa repleeeeeeeeeta de familias del lugar y vendedores de excursiones, nos fuimos ni bien llegamos. Carrizalillo (última foto de la serie) era un poco más tranquila aunque llena de turistas gringos exclusivamente. Ahí pasamos una linda y calurosa tarde.

Al otro día comenzó lo que sería, como le dicen aquí, La Venganza de Moctezuma, que nos trajo un poco antes de lo previsto devuelta a DF. Moctezuma fue vencido y los vientos de a poco empezaron a soplar hacia el Norte de nuestra brújula personal. Aquella que nos guía y nos hace vivir la maravillosa experiencia del día a día.




Natural Mystic

El viento en la cara con sabor a mar en la caja de un camión, y un camino bordeado por innumerables palmeras, bastaron para llenarlos el alma de emoción en nuestra esperada llega a la playa.

Luego de que el camión nos dejara en la calle de un pequeño pueblito costero llamado El Mazunte, caminamos cargando el peso de la mochila (anestesiados por la expectativa y las ganas de tocar el mar) hasta la playa. La primera impresión no fue la esperada. "Hace un año más o menos que Mazunte cambió" nos decía un cuate por ahí. Ya no hay palapas en la orilla ni la playa es desierta. Todo está copado por los barcitos y restaurancitos de mariscos que con sus mesas y sillas no permiten tener la tranquilidad y espacio que alguna vez solió tener esta playa. Esto nos hizo cambiar un poco los planes de acampar en la arena, al lado del mar. Paramos en la "Posada Lalo", una posada de un argentino y con unos 10 huéspedes artesanos argentinos. Todos tomando mate, hablando con la 'SH', era muy extraño. Nosotros siempre preferimos estar en lugares con gente de otros países, se hace más interesante todo, pero por cuestiones precio/calidad, venía bien quedarse en lo de Lalo.
En nuestros 5 (¿o 6?) días en Mazunte recorrimos muchas de las playitas que están a su alrededor: El Rinconcito (más pequeña pero más apta para nadar), Mermejita (una playa inmensa, de 12 kilometros de extensión y una paz única), Zipolite (una de las más turísticas y con las olas más bravas. Playa nudista (aunque sólo viejos nudistas)), Puerto Ángel (playa pesquera, repleta de barquitos anclados en la orilla) y Estacahuite (una diminuta playa de no más de 100 metros de largo).
Los días se fueron pasando así, de playa en playa, descansando y protegiéndonos de la violencia del sol y del mar (aunque a veces daba gusto enfrentarse a esas olas gigantes). Conviviendo entre pelícanos e iguanas. Una mañana, fuimos a una excursión en barco que nos llevó a las profundidades del océando, a ver tortugas gigantes, delfines y, a la vuelta, a hacer snorkel. Que increíble sumergir la cabeza en el agua y ver peces de todos los tamaños, colores y formas (vimos y tocamos un pez globo!!). Disfrutamos mucho de un atardecer en Punta Cometa, una pequeña península que deja ver desde su punta hacia atrás varias de las playas mencionadas anteriormente y, hacia adelante, la inmensidad del Océando Pacífico. Hipnótico.

Pasados esos días intensos, nos fuimos para Puerto Escondido, intentando llegar al ansiado momento de acampar en la arena.



jueves, 25 de febrero de 2010

Todos quieren la montaña...

Lo que leerán a continuación ya pasó hace varias semanas. De todos modos, las imágenes, personas y momentos vividos en nuestro viaje al estado de Oaxaca están bien presentes, haciéndonos sentir que fue una experiencia única, tal como aquellas que se enfrentan al tiempo, volviéndose constantemente un presente, sin dejar que el olvido las borre.


La primera parada fue la ciudad de Oaxaca. Es una ciudad sobre la montaña, muy hermosa, de construcciones pequeñas, con un zócalo muy arbolado, pintoresco y repleto de cafés. La arquitectura sigue, al igual que en los lugares que visitamos anteriormente, manteniendo rasgos coloniales. Ciudad capital del estado, del mezcal y del chocolate. Por las calles abundan los locales que venden la típica bebida mexicana 100% agave (en todas sus variedades y estilos) y el aroma al cacao que va a terminar en chocolates calientes o en el famoso mole negro que condimenta muchas comidas. Un par de días bastaron para recorrer las preciosas callejuelas, el Mercado de Abastos (grande entre los grandes, difícil de salir una vez que se entra por sus innumerables puestos de todotipodecosas) y las impresionantes ruinas de Monte Albán. Como se ve en las fotos de aquí abajo, Monte Albán, es una zona arqueológica ENORME. Toda una metrópolis, con sus templos, cementerios, juegos de pelota y viviendas. Nos llevó un día entero de recorrida a pleno sol.

Nuestra segunda visita fue, luego de un viaje con infinitas curvas, al pueblo de San José del Pacífico. Nos introducimos en los verdes paisajes del bosque. Un pequeñísimo poblado a 3000 metros de altura, construido en la cima de la montaña, en donde a cada vuelta de la esquina se ve una nueva postal de valles y naturaleza. Allí al fondo, sobre el horizonte y entre las montañas, el Océano Pacífico nos mira y nos tienta con su color azul (tranquilo, en breve nos veremos).
Nos hospedamos en el hippie hostel La Casa de Catalina (habitaciones compartidas de a 15 personas, donde llega el agua cada 3 días). Aunque ella, la dueña de la casa/hostel no estaba, pasamos unos días espectaculares y muy divertidos allí junto a un grupo de cuates de lo más buena onda (algunos mexicanos, otros argentinos, una cubana, una francesa, un español....). Por las tardes, al caer el sol, las nubes aparecen y tapan todo el paisaje de bosque, haciendo que sólo se vea una pared blanca: único.

El destino nos llevó a un pueblito a 8km de San José llamado San Mateo Río Hondo. Lo del destino es literal ya que un día perdidos caminando por el bosque hicimos raid (dedo) y nos llevaron hasta allí. Nos platicaron sobre la tranquilidad de San Mateo y sobre unas lindas cabañas que tiene una señora que cocina todas las noches comida de primera. Entonces, luego de 3 noches en San José, nos pasamos a las Cabañas de Blanca, en San Mateo. Este pueblitito, a pesar de estar tan cerca de San José está a 800 metros de altura menos y el paisaje es otro. Allí aprovechamos para hacer nada, simplemente descansar en un ambiente natural y tranquilo.

La montaña es la montaña, pero ya andábamos con ganas de calor, mar y arena. A dedo, y en un viaje de 3000 metros en bajada y con curvas interminables, llegamos a la playa El Mazunte.